OPINONES
La misión de Luis. Por César Duvernay
Iniciado el pasado 16 de agosto su segundo y último mandato, el obvio que la misión principal del presidente Luis Abinader es quedar bien.
Su contundente triunfo el 19 de mayo confirma que la población está contenta con su desempeño, pero la historia tiende a valorar las gestiones como terminan. De ahí la importancia en hacerse acompañar de un equipo que esté acorde con esos propósitos.
Un desafío que implica la selección de gente idónea en términos gerenciales y morales, pero también y consciente de que hay mas sombreros que cabezas, cumpliendo con los compromisos asumidos.
Todo un ejercicio de orfebrería política donde no se puede obviar a gente clave de su primer gobierno, que son de su confianza y lo han hecho bien, pero también integrando y promoviendo a colaboradores con perfiles que puedan ayudarlo a cumplir con la misión primaria.
Una tarea complicada ya que en el banco de elegibles están los de su partido, el Revolucionario Moderno, pero también aquellos de organizaciones y movimientos que colaboraron con su triunfo, incluyendo acuerdos que aun esperan desde la contienda del 2020.
Listado que incluyen afectos tristemente olvidados de algunos que vienen colaborando desde la causa perdida del año 2016 e incluso hasta del 2005 cuando el hoy presidente aspiró a senador por la provincia Santo Domingo y no tenía ni tantos amigos ni tantas lealtades.
Así las cosas, Luis Abinader se enfrenta al desafío de quedar bien ante el país y la historia, llamado a conformar un equipo de adecuado balance entre quienes por confianza y desempeño deben permanecer y quienes deberían entrar porque lo único cierto es que después del 2028, simplemente no habrá mañana.