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INTERNACIONALES

La UE y EE UU desconectarán a Rusia del sistema de interconexión bancaria internacional

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La Unión Europea cumple la amenaza que había lanzado de que impondría “sanciones enormes” a Rusia si Vladímir Putin daba la orden de invadir Ucrania. Tras vetar la entrada de políticos y altos cargos rusos, este domingo activará el “arma nuclear financiera”, como se refirió el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, a la propuesta de desconectar el sistema SWIFT, la plataforma que permite realizar pagos internacionales. “Nos comprometemos a que se expulse a determinados bancos rusos del sistema SWIFT. Esto asegurará que estas entidades estén desconectadas del sistema financiero internacional y dañará su capacidad de operar globalmente”, aseguró la Casa Blanca en un comunicado firmado por los líderes de la Comisión Europea, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido, Canadá y Estados Unidos.

Además de esta medida y del envío de material bélico a Ucrania, la UE se prepara para cerrar su espacio aéreo a las aerolíneas rusas. A lo largo del sábado hubo un goteo de países (Alemania, Polonia, Bulgaria, Rumania, República Checa, Lituania, Letonia, Estonia…) que anunciaron el cierre de su espacio aéreo a las aerolíneas rusas. Fuentes comunitarias apuntan que la UE va a seguir el paso de estos países, pero falta el visto bueno de los ministros.

“Vamos a proponer a los líderes europeos que un cierto número de bancos rusos sean expulsados de SWIFT”, anunció la noche del sábado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Se trata de la sanción más dura de las impuestas a Moscú tras la invasión de Ucrania. La desconexión, por tanto, no será total, ya que se busca seguir permitiendo el pago de los hidrocarburos (gas y petróleo) y ser selectivos a la hora de prohibir el acceso al mecanismo de pagos.

La medida tiene que ratificarse en una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la UE que se celebrará este domingo. Y se complementa con otras, como la congelación de los activos del banco central de Rusia para imposibilitar la conversión de estos en recursos líquidos con los que financiar la guerra. “La Unión Europea y sus socios están trabajando para inutilizar la capacidad de Putin de financiar su máquina de guerra”, ha resumido Von der Leyen, algo que también se pretende con la prohibición de que los oligarcas rusos usen sus activos financieros en los mercados europeos

La decisión de expulsar del sistema SWIFT a “un cierto número de bancos rusos” supone un importante salto cualitativo en las sanciones contra el régimen de Vladímir Putin. Ya esta semana se han aprobado dos oleadas de sanciones por la que se ha golpeado a casi todos los sectores estratégicos rusos: bancos, empresas de defensa y aeroespacial, constructoras, compañías de transporte, aerolíneas… E, incluso, se ha llegado a castigar personalmente al presidente ruso y al ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, al congelar los activos que estos pudieran tener en Europa, algo a lo que se sumó Estados Unidos. Pero no se había dado el paso de llegar a la desconexión del sistema SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecomunication o sociedad para las comunicaciones interbancarias y financieras mundiales)

Ya en 2014, cuando Rusia invadió Crimea, se valoró la posibilidad de cortar su acceso a este sistema de transferencias. Y el entonces ministro de Finanzas de Rusia, Alexei Kudrin, pronosticó que este paso provocaría una caída del PIB del 5%. El cierre total del acceso a SWIFT a un país, hasta ahora, solo lo ha sufrido Irán. Ese paso le costó, según el Carnegie Moscow Center, casi la mitad de lo que ingresaba por sus exportaciones de petróleo y el 30% de su comercio exterior.

A mediodía del sábado, fuentes comunitarias apuntaban que Berlín era el último obstáculo para dar este paso. Iban en la misma línea que lo dicho por Le Maire el día anterior, cuando reconoció que en la reunión del Ecofin, el órgano que agrupa a los ministros de Finanzas de Los 27, había países que tenían dudas sobre si era el momento de apretar este botón rojo. Las cavilaciones estaban en Hungría e Italia, países que despejaron dudas el sábado por la mañana. Y a primera hora de la tarde fue Alemania la que dio un vuelco importante a su posición, tanto en lo referente al envío de armas a Ucrania como a la desconexión financiera de Rusia.

Lo sucedido con SWIFT es un claro ejemplo del dilema que se ha planteado en la Unión Europea a la hora de reaccionar con sanciones pese a lo grave y dramático de la invasión total de Ucrania por Rusia. Muchos países de la Unión Europea tienen una gran dependencia del gas ruso, aunque esta haya bajado en los últimos meses del 40% habitual al 22% de las últimas semanas, según Goldman Sachs, y un corte total del acceso al sistema internacional de transacciones supone también poner en riesgo el pago de los hidrocarburos rusos.

Alemania ha sido uno de los países a los que más ha costado dar este paso. “Estamos trabajando con urgencia para ver cómo limitar los daños colaterales de desvincularse de SWIFT de tal manera que afecte a las personas adecuadas. Lo que necesitamos es una restricción específica y funcional de SWIFT”, aseguraron la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, y el de Economía, Robert Habeck. Unas horas antes, el líder de la oposición, el democristiano Friedrich Merz, pedía al Gobierno tripartito que dirige el socialdemócrata Olaf Scholz que impusiera la restricción de acceso de Moscú a SWIFT. Pero hace solo unos días el propio Merz desaconsejaba aplicar esa medida y alertaba de que las consecuencias para la economía alemana serían devastadoras. Este sábado ha dicho en su cuenta de Twitter que la alta dependencia del suministro de gas ruso de Alemania “no es un argumento válido contra las sanciones que ahora son necesarias”. El sucesor de Angela Merkel al frente de los conservadores asegura que pese a la exclusión de SWIFT “los suministros de energía rusos podrán seguir pagándose en el futuro”.

El sistema SWIFT se creó en 1973 y agrupa a más de 11.000 organizaciones financieras de más de 200 países. La sociedad que lo controla está en Bélgica y está supervisada por los bancos centrales de Alemania, Bélgica, Canadá, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Reino Unido, Estados Unidos, Suecia y Suiza más el Banco Central Europeo (BCE), aunque al estar ubicada en suelo belga el liderazgo de la supervisión corresponde a Bélgica.

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