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PRINCIPALES

Bandas criminales intranquilizan barrios de Santo Domingo

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En estos últimos meses la sociedad dominicana está viviendo momentos de intranquilidad generados por la delincuencia.

Los barrios marginales están asediados por bandas criminales que ocupan sigilosamente las calles hasta llegar a las casas de los residentes atemorizando a las familias.

Los citadinos de los principales sectores del Gran Santo Domingo están al grito, desesperados pidiendo a las autoridades policiales una solución. Demarcaciones como La Guáyiga, Los Guandules, Gualey, Los Alcarrizos entre otros, ya no resisten un altercado, ni una vida perdida más.

Sin embargo, ante toda esta “resurrección” del crimen, como algunos moradores la denominan, estos actos delictivos no son exclusivos de estos tiempos, sino que desde hace años han tenido presencia en la compleja lista de precariedades en las comunidades.

GANGAS 

Durante las últimas décadas del siglo pasado, y los inicios del 21, ya se visualizaban reportes periodísticos exponiendo cómo la delincuencia superaba la capacidad preventiva de los organismos de seguridad, cuando bandas juveniles imponían la drogadicción, las violencias y el derramamiento de sangre, en algunas ocasiones con la complicidad de agentes policiales. La rebeldía de jóvenes descarriados en esas épocas ocasionó la creación de “naciones”, encabezadas y permeadas por narcotraficantes, quienes se lucraban de las desgracias ajenas y, a su vez, conformaban un escuadrón militar para defender sus intereses económicos.

Según informaciones, existieron alrededor de 18 “naciones” denominadas Los King, De Cora, Sangre, Foritu, Amor y Paz, Amor de Mercado, Los Talibán, Los Dorados, Unión y Fuerza. Además, sobresalieron Los Latín King, Los Bloods y Los Ángeles.

Las “naciones” tenían la misma estructura jerárquica que la militar, donde lo único que varía son los nombres que reciben las posiciones o rangos de los miembros. Existían alrededor de 10 rangos comprendidos por el Soldado, Mensajero, Disciplina, La Segunda, La Tercera, Cuarta, El Ángel, La Primera y El Supremo.

Asimismo, “los capítulos” fue una herramienta muy importante para los cabecillas criminales, debido a que eran los puntos habilitados en el interior del país, los cuales estaban enfocados en responder a los intereses de “la sede”.

Siendo la presión de estos tan imponentes que adolescentes acudían a las agrupaciones en busca de “resguardo” y tranquilidad, porque sin ese apoyo, serían amedrentados por cualquier otra pandilla.

CLASE ALTA

También, a los crímenes de las pandillas del estrato social precario, también se agregaron jóvenes que no padecían calamidades económicas. Estos, obteniendo por el arduo trabajo de sus padres todas las necesidades básicas resueltas, convivían y participaba en la organización de actos criminales para intimidar personas en fiestas privadas y usurpar objetos de valor en casas.

“Los jevitos”, los pandilleros de saco y corbata de la clase media y alta, se caracterizaban por atropellar con armas de perdigones, bates, punzones, manoplas y botellas a todo aquel que no fuese de su agrado. Dentro de estas pandillas se encontraban Los Swings, Los KM, los de la Privada y La Industria, quienes eran reconocidos por utilizar prendas y zapatos de marca.

Todos estos datos brindan una claridad sobre la gravedad de las pandillas para quienes no recuerdan los orígenes de estas organizaciones de malhechores, mostrando cómo, a pesar de tantos esfuerzos e iniciativas gubernamentales, la problemática no se desvanece a través del tiempo.

Las respuestas de los encargados policiales no fueron muy diferentes a las del presente. 

Autoridades

Agrupaciones vandálicas 

Al igual que el ministro de Interior y Policía, Jesús Vásquez, quien en medio de tantas balaceras y asaltos, solicitó a la población tener fe; las autoridades de la Policía Nacional en 2005 exhortaban a la ciudadanía a tener paciencia, ya que trabajaban para resolver los problemas.
Aunque las agrupaciones vandálicas disminuyeron en gran medida, según confesiones de la ciudadanía, aún el gobierno está enfrentando las mismas falencias de ocasiones anteriores, como no cesan las frecuentes denuncias sobre la proliferación de armas de fuego y sustancias narcóticas en los barrios.