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INTERNACIONALES

El Gobierno argentino cierra las escuelas para combatir la covid-19 en Buenos Aires

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El presidente Alberto Fernández declara el toque de queda nocturno. Fuerzas policiales controlarán el cumplimiento de las medidas y el Ejército brindará asistencia sanitaria

De 20.00 a 6.00 no se podrá circular por las calles de Buenos Aires y su área metropolitana. Las escuelas de la región más densamente poblada de Argentina permanecerán cerradas durante dos semanas a partir del lunes. Tampoco podrán realizarse actividades recreativas, educativas ni religiosas en espacios cerrados. Estas son algunas de las principales medidas anunciadas este miércoles por el presidente argentino, Alberto Fernández, para frenar la rápida escalada de casos positivos de covid-19 en una semana en la que se han registrado cifras récord desde el inicio de la pandemia.

El mandatario argentino ha explicado que considera estas restricciones “imperiosas para garantizar no detener el proceso vacunatorio y que el sistema sanitario no se sature”, en un mensaje grabado. “El problema no es solo la noche, es el descuido individual de cada uno de nosotros”, ha advertido antes de exigir a la ciudadanía que respete las nuevas medidas que entrarán en vigor a partir del viernes. Los comercios podrán permanecer abiertos en horario diurno, siempre que respeten los protocolos establecidos, al igual que bares y restaurantes, que deberán cerrar por la noche y solo podrán ofrecer comida para llevar. Fernández ha advertido de que desplegará fuerzas policiales para hacer cumplir las limitaciones. El Ejército también saldrá a las calles, pero está destinado a brindar asistencia sanitaria.

En ese momento impuso algunas restricciones y dejó en manos de los gobernadores de las provincias más complicadas la decisión de endurecerlas, pero se ha demostrado que la reacción estatal fue insuficiente: los casos han continuado al alza. El miércoles pasado se registraron 22.059 nuevos contagios; siete días después, 25.157. Las 368 muertes de este miércoles son el número más alto de los últimos tres meses.

“Buscamos evitar el encuentro social, recuperar el distanciamiento, bajar la circulación y volver a ganar tiempo para que las camas de terapia intensiva, que hoy están siendo usadas por otras patologías, vuelvan a reservarse para casos de covid”, ha destacado Fernández. Según los últimos datos del Ministerio de Salud, en Buenos Aires y su área metropolitana, el porcentaje de ocupación de camas de terapia intensiva ha ascendido al 71,4%. El sector privado, que atiende a cerca del 70% de la población argentina, está más cerca de la saturación que el público.

Clases virtuales

Las escuelas vuelven a cerrar menos de dos meses después de su reapertura. El Gobierno apostó hasta el último momento por mantener la presencialidad en el sistema educativo tras un 2020 casi por completo virtual, pero al final optó por un cierre temporal que reducirá de forma notable la circulación. La medida, vigente a partir del próximo lunes, se toma el mismo día en el que las escuelas públicas de Buenos Aires habían ido a la huelga para exigir la vuelta a la virtualidad. Desde hace un par de semanas son cada vez más los estudiantes confinados en casa por casos confirmados de covid, mientras que los sindicatos reclaman la vacunación de todo el personal educativo, que avanza con gran lentitud por la falta de dosis suficientes.

En la mañana de este miércoles, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, había anticipado que el país se encuentra en “un momento crítico no solo desde lo sanitario, sino también desde lo social y emocional”. “La situación es delicada y el sistema de salud está en tensión, sobre todo las camas de terapia intensiva”, había advertido Vizzotti antes de llamar a la ciudadanía a “evitar” todo tipo de actividad que “no sea prioritaria”.

Fernández ha anunciado las nuevas restricciones en solitario desde la quinta presidencial de Olivos, donde ha estado confinado tras haberse contagiado de la covid-19. A diferencia de un año atrás, el diálogo con la oposición es tenso y el presidente ha perdido también la elevada popularidad de la que gozó al inicio de la pandemia. En algunos barrios de Buenos Aires las medidas han sido contestadas con cacerolazos desde los balcones, mientras que las redes sociales se han convertido en una batalla campal entre defensores y detractores del Ejecutivo. La oposición apunta sus dardos hacia el flanco más débil: la campaña de vacunación. El 10,7% de la población ha recibido alguna dosis, según los datos de Our World in Data del martes.

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