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La diáspora dominicana: un pilar esencial en la construcción del futuro nacional

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Por Fernando Álvarez Bogaerd

La diáspora dominicana se presenta como un recurso invaluable en la construcción del futuro del país. Más allá de su contribución económica a través de remesas, existe un potencial sin explotar para convertir a los dominicanos en el extranjero en agentes activos de transformación y cambio.

La diáspora alberga un vasto conjunto de talentos y habilidades que, cuando se canalizan adecuadamente, pueden desencadenar un cambio significativo en la economía del país. La implementación de incentivos fiscales específicos para proyectos de emprendimiento y desarrollo empresarial podría catalizar la creación de negocios innovadores, generando empleo y promoviendo la sostenibilidad económica a largo plazo.

El establecimiento de incentivos fiscales estratégicos es esencial para atraer inversiones de la diáspora, parecidos a los establecidos en los años 70 para ZF y Turismo. Reducciones impositivas, exenciones y otros beneficios podrían ser diseñados para motivar a los dominicanos en el extranjero a invertir en sectores clave como tecnología, energías renovables, y turismo. Estos incentivos no solo estimularían la inversión directa, sino que también crearían un entorno propicio para la transferencia de conocimientos y tecnologías de vanguardia.

Se han empezado a dar pasos fundamentales para una mayor integración de la diáspora en el país, brindándoles apoyo, el Presidente Abinader recientemente inauguró un Banreservas en Estados Unidos y plantea otras actividades de cohesión y exaltación para la diáspora.

La diáspora, convertida en agentes de cambio, puede desempeñar un papel fundamental en la promoción del desarrollo sostenible en el país. Proyectos que integren prácticas amigables con el medio ambiente podrían recibir incentivos adicionales, alineando así los objetivos de inversión con las metas nacionales de sostenibilidad. Este enfoque no solo beneficia al medio ambiente, sino que también contribuye a la construcción de una economía resiliente y orientada al futuro.

Los incentivos fiscales no solo deben dirigirse a grandes inversiones; también pueden ser diseñados para empoderar iniciativas comunitarias lideradas por la diáspora. Proyectos que impacten positivamente en la educación, la salud y el bienestar de las comunidades locales podrían beneficiarse de ventajas fiscales, fomentando así la participación activa de la diáspora en la mejora de las condiciones de vida en el país.

La creación de agentes de transformación requiere una colaboración estratégica entre el Gobierno, la diáspora y una amplia representación del liderazgo nacional. El establecimiento de comités consultivos que involucren a la diáspora en la toma de decisiones sobre políticas podría asegurar que los incentivos sean diseñados de manera efectiva y se alineen con las aspiraciones de los inversionistas.

La diáspora tiene el potencial de convertirse en una fuerza transformadora y un motor de cambio para el país. Al implementar incentivos fiscales que estimulen la inversión, se puede desatar un flujo de recursos y conocimientos que impulsará el desarrollo económico y social. La clave reside en una colaboración estratégica que coloque a la diáspora en el centro de las decisiones y aproveche plenamente su capacidad para ser agentes de transformación y cambio.

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